Viernes por la tarde...
- “Acabo de salir de casa de Alicia y en una hora tengo que estar en la academia… y ahora qué hago yo tanto tiempo tirada, vaya mierda”. Esto es lo primero que pensaba hoy a las seis de la tarde. No Juan no te rías, estarías con otra cara si te hubiera pasado a ti. No sabes lo imbécil que me he sentido, bajo el toldo del Café Iruña, viendo como empezaba a llover. Yo allí, con cara de tonta, esperando a que abrieran la academia, porque no tenía tiempo para ir a casa y volver.
-Vaya… pobre de ti.
- Cómo te gusta verme sufrir. Pues para que te decepciones, que sepas que me he comido los mejores brownies de mi vida y luego un café de caramelo que te caes.
- ¿Y eso?
- Pues porque me acordé que Nuria me dijo que había una pequeña cafetería que se llamaba Artea, una tetería cerca, por la calle Zapatería. ¡Y es tan mona! Me encantó, había té de tantos sabores, cafés variados de diferentes partes del mundo y unos postres que tenían una pinta… ¡Estaba de muerte! 100% artesanal. Te llevo la semana que viene.